lunes, 7 de mayo de 2007

MEMORIA HISTÓRICA



El último examen de historia, ¡por fin!, es sobre la guerra civil española y el franquismo. Para entender mejor el tema, le pedí a mi aitite y a mi amama que me hablasen de lo que ellos sabían sobre la posguerra.

Me contaron lo poquito que tenían, el hambre que tuvieron, lo de la cartilla de racionamiento, en fin, lo mal que lo pasaron. Mi aitite, con 9 años iba andando solo desde Bilbo hasta Larrabetzu para hacer estraperlo y regresar a casa con alubias. Mi amama me contaba que no tenía ni tan siquiera una muñeca para jugar, por lo que tenían que agudizar el ingenio, hacer muñecas de trapo, y vestir al gato, como si fuese un juguete.

Esto me ha hecho reflexionar sobre la guerra, sobre todas las guerras. Creo que no tienen sentido, nunca, ningún motivo es suficiente para que las personas luchen y se maten entre ellas. La única manera de solucionar los conflictos, del tipo que sean, es el dialogo, intentar ponerse en la piel del oponente (la palabra enemigo para mí es agresiva), ver las cosas como él las ve, y después sentarse frente a frente hasta llegar a un consenso. Nunca debe haber vencedores, ni vencidos, solo personas que se respetan.

Pero alrededor de las guerras hay muchos intereses creados, se mueve mucho dinero. La justificación habitual es que las gentes de ese país sufren una tiranía, pero la verdad oculta es que ese trozo de tierra posee alguna riqueza, ya sea “crudo”, minerales, piedras preciosas, agua,... etc. Pero cuando ese pedazo de terreno no tiene nada valioso, implica que ya se pueden morir de hambre o enfermedades, por ejemplo Somalia, Etiopia, etc.

Los poderosos, políticos dirigentes o simplemente ricos, se enriquecen en situaciones de conflicto, y en cuanto la codicia ciega a éstos que deben tener amplitud de miras y capacidad de gestión, nos “encasquetan” al mundo entero a “conflictos armados”.


Desde que empecé a estudiar historia en la ikastola, cada época que dábamos, siempre había por lo menos una guerra, que si las cruzadas, la de los 100 años, la de los 30 años, la I Guerra Mundial, como les quedó buen sabor de boca, en 1936 iniciaron la Guerra Civil Española, no dudando en ampliarla en el 39 a Europa, Estados Unidos y Japón, II Guerra Mundial, y a partir de aquí cada vez con más frecuencia, Vietnam, Iran-Irak, Malvinas, la del Golfo.... y tras ellas un avance económico, debido a que después de la confrontación todo queda asolado.

“El hombre que olvida su pasado está condenado a repetirlo” y parece ser que no tenemos memoria de lo que nos ha pasado desde hace más de 2000 años. Ya me decían en casa, que “el hombre es el único ANIMAL que tropieza dos veces en la misma piedra”, pero creo que esto lo hemos hecho muchas veces, y el refrán debería ser: “el hombre es el único TOPO que tropieza millones de veces en la misma piedra”

Invadir un país, por más justa y apremiante que se considere la razón para hacerlo, no suele producir más que un movimiento pendular en el que el bando agredido gana fuerza y legitimidad. Pensar que una invasión a gran escala es la solución mágica a los problemas demuestra un desconocimiento de la Historia. Cada batalla alimenta la desesperanza.

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